Retornando al albergue transitorio tuve problemas para
acceder a la misma habitación. Sin embargo me encontré con un espacio
interesante que me absorbió por completo. Luego de dejarme imprimir bastante
tiempo el clima de esa habitación llegué a la conclusión que estaba en un
laberinto. Los espejos y las formas me mareaban, evitaría haría el amor con
tantos espejos quebrados.
Mientras que en la otra habitación fantaseé un espacio
propicio para la pornografía, lleno de fetiches, extravagancia y misterio, aquí
entendí la falta, la traición, el escapar, el estar escondido. Me imaginé ser
hombre de familia con dinero y escapar a este lugar con amante, y tuve la
sensación de estar perdido, confundido en un laberinto erótico.
La entrada oficial era directamente desde la cochera, subiendo
unas escaleras. Una luz roja con vitreau celta me recordaba a HAL de “2001” o
al Gran Hermano de Orwell. Una sensación de sentirse observado, en donde verse
a uno mismo es un martirio para la conciencia. Quisiera resaltar que mi punto
de vista no es el de usuario perdido sino como el arquitecto que se deleita
admirando su creación poderosa. Alguien que se asegura que su insoslayable
trampa funcionará a la perfección.
Decidí entonces focalizar en este laberinto de formas
implacables, como un gran mounstruo que se avecina imparable. Intente no ser
tan minimalista y abstracto como las fotos anteriores, sino mostrar el lugar en
toda su dimensión pero manteniendo las impresiones mencionadas anteriormente. De
todas maneras descubro que suelo inclinarme hacia las pequeñas cosas y tengo
fotos menos generales por si cambio de opinión.